Vacíate de la preocupación. ¿Por qué te quedas en prisión cuando la puerta es tan amplia? Muévete fuera de la maraña del miedo.

Rumi (1207 – 1273), poeta místico musulmán.

Autora: Marga Jaume Fontanet, voluntaria de VEM, julio 2019

Hacer un voluntariado en el extranjero implica moverse. Sí, moverse, tanto en el sentido literal como en el figurativo. En primer lugar, hay que cambiar de país, normalmente se pasa de un país en el cual se disfrutan de todas las comodidades a otro donde no se va a disponer de todas las facilidades. Será entonces indispensable realizar un movimiento en las estructuras internas para adaptarse al nuevo sitio.

Voluntarias realizando apoyo psicológico y orientación familiar en casos de infancia con discapacidad en la Asociación Nour

En estos movimientos, interno y externo, entran en juego las expectativas, las creencias y estereotipos y los miedos entre otros.

 

Esas ideas previas que una persona tiene sobre cómo será un sitio, las cosas que podrá aportar en el voluntariado… son sólo expectativas. Según la RAE, una de las definiciones de la expectativa es la esperanza de realizar o conseguir algo. Entonces hay que darse cuenta de que entre la esperanza o el deseo y lo que realmente nos encontramos en el voluntariado puede haber una gran distancia. Así que, mejor realizar un movimiento de apertura del corazón a la experiencia sin esperar demasiado y dejarse sorprender.

 

Es posible que alguien no escoja un destino determinado para realizar un voluntariado porque se ha creado una imagen mental y unas creencias de cómo son las personas en ese país y no le gusta. En general, antes de visitar el país donde se va a realizar el voluntariado una tendrá una imagen mental previa simplificada de cómo son las personas en ese sitio, de cómo es su cultura, religión… Eso son los estereotipos. Hay que andarse con cuidado con estas creencias porque pueden llevar a una persona a que valore negativamente un país, cultura o religión. La mejor manera de romper con la creencia es ir al lugar y comprobarlo, una vez más, se trata de moverse y abrirse a la experiencia, a la realidad.

Marga, psicóloga mallorquina voluntaria, jugando con los niños y niñas en la Asociación Omar Ben Abdelaziz, en Tetuán

Muy relacionado con las creencias está el miedo. El miedo es una emoción necesaria para la vida y para la supervivencia, pero a veces puede convertirse en disfuncional. El miedo es disfuncional cuando bloquea a la acción, cuando se quiere hacer algo, pero por miedo no se hace. Normalmente el miedo disfuncional es provocado por las creencias y valoraciones negativas. Hay que moverse, debatir esas falsas creencias, y una forma de hacerlo es enfrentarse a los propios miedos.

 

En definitiva, realizar un voluntariado es una acción social positiva que beneficiará a otras personas, se trata de un comportamiento prosocial. El hecho que sea un voluntariado en el extranjero va a permitir tener un mejor conocimiento de otra cultura, va a dar la posibilidad de romper con las creencias y estereotipos sobre esa sociedad o país y romper con miedos poco racionales. En último término va a permitir un crecimiento personal, vivir una experiencia diferente, conocer a otras personas y otras formas de vivir, y lo más relevante para uno mismo, subir un peldaño más en la escala de autoconocimiento.

 

Fuentes: Ibánez Gracia, T. y otros (2004). Introducción a la psicología social. Editorial UOC: Barcelona. http://www.educatolerancia.com


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